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domingo, 7 de julio de 2013

Otaku Words

Cielo amatista

por Alite Alejandro

En unas planicies grisáceas que no son dadas de elegíos por su belleza sino por su poder, en estas se encontraba un solo castillo, un castillo que era mas vigoroso que un huracán pero mas esplendido que una brisa, en ella residen los dos domadores de dragones que posen algo que al kami de las sombras le inquieta; de color negro azabache de entalladuras imperiales de poderes sobrenaturales, es la capa del dragón de las memorias , el artefacto se llamaba Sanka-mono no tsubasa , esta no era únicamente ovacionada por su protección sino por su sanación, es así que el día mas oscuro se acerca al castillo del cielo gris.
Los protectores y regentes del castillo eran mas que una pareja, eran uno solo, compartiendo desde su aire hasta su dolor, desde su tristeza hasta su final; ellos controlaban todos los aspectos de un dragón en si, con su entrenamiento ellos eran dragones, el dragón de rubí y su pareja el dragón de zafiro eran la mejor pareja de ataque, conocidos como el corazón de fuego amatista, nadie los podía vencer. por eso el kami supremo dejo a su cuidado la Sanka-mono no tsubasa que era capas de hacer a su portador tan resistente como un dragón.
Con este conocimiento el kami de las sombras se preparo para su acto.
El sabia que el dueto tenia una debilidad sentimental, el silencio, silencio que separaba sus corazones, así que se encamino a dar silencio de afecto al dragón de rubí que al sentir la presencia del kami se mantuvo alerta, el kami como poseía la mascara del impostor artefacto que le permitía hacerse con la figura y vos de cualquier elegido, su plan fue estar cerca de su victima Con la angustia de la presencia del asesino pero desconcertado por la forma de su acompañante el dragón sucumbió ante la decisión del maldito, el dragón encamino su voz a zafiro que nunca le respondió y es mas le dio soledad de respuesta, fue tanto el dolor que se marcho del castillo para tratar de entender lo que sucedía pero esa habrá sido su primer y ultimo error.
Ya solo el kami con el zafiro como robo de alturas solo se preparo para el último silencio de la noche antes de la agonía de los dragones, el kami solo demostró una risa de demonio.
Sin titubear desde la parte mas alta de la torre desencadeno su caída hasta la base donde se encontraba el zafiro, como ventisca de humo y sonido de relámpago llego al encuentro con el zafiro. Solo la lleno de palabras de dolor: tu rubí te ha dejado sola joya sin brillo, pero luego se percato de que el sufrimiento del zafiro no venia de sus palabras sino del destino de su amado, con rabia asesina,  el kami comenzó la batalla.
El castillo en llama y un sonido de errática explosión es lo único que reavivo al rubí, con un vuelo desenfrenado se preparaba a la batalla. El kami tenía el castillo lleno de las dos llamas del zafiro y las del kami, pasó de ser un castillo blanco y gris término siendo una antorcha de color azul manchado de negro dolor. El kami ya tenia el plan ejecutado en el combate con el zafiro solo la dejo agonizante para desesperar al rubí y desenfundar una ves más.
La madera rechinaba y colapsaba el fuego nublaba la visión pero de ese calvario se escucho la voz del zafiro, el cual aun cuando proclamaba que el rubí se alejara el rubí cada ves escuchaba la vos mas cerca por que el, por instinto se acercaba. Ya ante su amor marchito en el suelo con llamas de por montón y heridas al por mayor, estrecho su mano y dio su ultimo adiós.
Como muerte prevista el asesino salió sin atraso, propiciando un corte magistral que no solo le quito el orgullo al rubí sino hasta la conciencia.  Desgarrador y desconcertante fue la herida mortal pero durante el ataque el kami noto algo, algo que lo molestaría más que una falla, pues por que era la peor falla. Durante la caza del rubí en los últimos segundos noto,  como segundo a segundo que se acortaba su vida, su sentimiento crecía, creía y crecía de tal forma agigantada, que en su último instante fue infinito, ese sentimiento por el zafiro, eso que ellos le llaman amor.
Aun con la recompensa entre sus manos y un castillo en llamas amatistas, la rabia y el odio eran desconcertantes por que obtuvo algo, algo que el no deseaba, una duda amatista, una duda de amor. Este seria el preludio para sus frenesís de dolor.

 

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